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| De 182 Aniversar... |
En la mañana de un día como hoy, 19 de abril, hace 182 años un pequeño grupo de revolucionario liderado por Juan Antonio Lavalleja, provenientes de Buenos Aires, desembarcaban en la costa oriental del río Uruguay, en el lugar conocido como la Agraciada. Una tradición, con connotaciones simbólicas, señala que aquel grupo estaba integrado por 33 personas originarios de la Provincia Oriental, de ahí la denominación de aquella escena histórica de Desembarco de los 33 Orientales. La misma ha sido magistralmente legada a la posteridad, en el cuadro de Juan Manuel Blanes, pintado en el lugar, treinta años después y en base al testimonio de los pocos sobreviventes. Dicho cuadro se encuentra en el museo Blanes, situado sobre la avenida Millán, en el barrio El Prado de la capital del país.
La verdad histórica, aún controvertida, es que no eran treinta y tres, sino que su número podría llegar a más de dos centenares si se tiene en cuenta los que participaron desde la capital argentina brindando apoyo logístico y los que aguardaron en los montes cercanos a la Agraciada con caballos y demás pertrechos necesarios para iniciar la campaña libertadora, en busca de liberar a la Provincia del poder del imperio del Brasil.
Tampoco todos eran orientales. Había argentinos de otras provincias así como paraguayos, españoles y de otras nacionalidades europeas y americanas, unidos contra el avance de las tropas brasileñas que terminaron por desplazar a las fuerzas fieles a la corona portuguesa en la dominación de la cuenca del Río de la Plata. La tradición histórica aunque no coincide con los hechos en todos sus términos, recoge en cambio los sustancial, el renacimiento del espíritu libertario luego de la derrota de la patria artiguista cinco años atrás, en 1820.
En este sentido, es interesante recordar las palabras de Lavalleja, pronunciada aquel 19 de abril de 1825, luego de despedir las dos embarcaciones que los habían cruzado de la vecina orilla. En el tomo I de los Anales históricos del Uruguay, Eduardo Acevedo escribe, que luego de exhortar:
“¡Ahora a vencer, o morir, compañeros!” , Lavalleja manifestó: “¿Vosotros que os habéis distinguido siempre por vuestra decisión y energía, por vuestros entusiasmo y bravura, ¿consentiréis aún en oprobio vuestro el infame yugo de un cobarde usurpador? ¿Seréis insensibles al eco dolorido de la Patria, que implora vuestro auxilio? ¿Miraréis con indiferencia el rol degradante que ocupamos entre los pueblos? ¿No os conmoverá vuestra misma infeliz situación, vuestro abatimiento, vuestra deshonra? No, compatriotas: los libres os hacen la justicia de creer que vuestro patriotismo y valor no se han extinguido y que vuestra indignación se inflama al ver la Provincia Oriental como un conjunto de seres esclavos, sin nada propio más que sus deshonras y sus desgracias”.
Recordando el proyecto de Liga Federal de las Provincias Unidas del Río de la Plata de José Artigas, Lavalleja expuso con brevedad el programa estratégico que abrigaba el movimiento revolucionario independentista que lideró. “Las provincias hermanas sólo esperan vuestro pronunciamiento para protegeros en la heroica empresa de reconquistar vuestro derechos.
La gran Nación Argentina de que sois parte, tiene gran interés de que seáis libres y el Congreso que rige sus destinos no trepidará en asegurar los vuestros. Decidíos, pues, y que el árbol de la libertad fecundizado con sangre vuelva a aclimatarse para siempre en la Provincia Oriental”.
“Constituir la Provincia bajo el sistema representativo republicano en uniformidad a las demás de la antigua unión. Estrechar con ella los antiguos vínculos que antes las ligaban. Preservarla de la horrible plaga de la anarquía y fundar el imperio de la ley. He ahí nuestros votos” .
En este tiempo histórico del 19 de abril del 2007, la hermana provincia argentina de Entre Ríos, impulsada por intereses políticos circunstanciales, y a 182 años de la ratificación por Juan Antonio Lavalleja y sus compañeros, del legado de José Artigas, vuelve a esgrimir las banderas de la opresión, que nos dividió y balcanizó. Nuevamente, la unitaria Buenos Aires recrea, sirviéndose de los intereses hegemónicos de la oligarquía entrerriana aliada a las modernas fuerzas imperiales, el antiguo fantasma del virreinato español, pretendiendo, vanamente, ahogar nuestros mejores afanes de libertad, independencia, justicia, dignidad y solidaridad entre hermanos.
