jueves, 30 de agosto de 2007

Robos y vandalismos contra los intereses del pueblo

Los servicios, los funcionarios y los bienes administrados por el gobierno departamental, el gobierno nacional y las distintas empresas públicas como UTE, OSE, ANTEL, etc. pertenecen a todo el pueblo y dependen del dinero que todos, absolutamente todos aportan. Ricos y pobres, todos, sin discriminación, pagan directa o indirectamente todo lo que denominamos bienes, patrimonio o servicios "público".

Desde que tenemos uso de razón, es una realidad que responde a un principio de solidaridad existencial esencial, convalidado como acuerdo o contrato social, legitimado por la razón, la historia, las costumbres, la civilización, y por la propia Constitución de la República y todo el sistema jurídico. En síntesis, es la base de la convivencia política democrática. Las prácticas contrarias a este fenómeno, son además de irracionales, autocráticas y antidemocráticas, profundamente dañinas de la propia vida.

Pese a todo ello, las prácticas individualistas, egoístas e inhumanas, se suceden cotidianamente, protagonizadas por personas consideradas normales y muchas veces con la complacencia o por lo menos, la indiferencia de las demás personas. En otras ocasiones impacta en el momento, pero rápidamente pasa al olvido sin ni siquiera producir una reflexión mínima.

Ayer, un matrimonio joven sufrió un grave accidente provocado por un animal suelto en plena carretera. Todos los días vemos animales sueltos (caballos, vacas, perros) aún en pleno centro de la ciudad. La responsabilidad no es de los animales, sino de los propietarios de los mismos que se manejan como si las plazas, las calles, las veredas fuesen de su propiedad privada y que todas las demás personas, aún sus propios hijos, son intrusos y cosas desechables.

Impulsados por ese mismo espíritu dictatorial, incivilizado e individualista están los que se llevan por delante todas las normas de tránsito, ocasionando daños a medio mundo, o los que salen defendiendo a sus hijos, parientes o amigos infractores, o aún los que miran para el costado cuando observan conductas semejantes atentatorias a la convivencia democrática y a la propia vida.

Las conductas vandálicas se extienden como una mancha negra por toda la sociedad y siguen sumando perjuicios a todos. Se rompen lámparas del alumbrado público, bancos, baños y útiles en los centros de enseñanza, se destruye el ornato público, se tira basura en cualquier lugar e incluso se usa los espacios públicos como depósito y otros menesteres como lo hacen algunos en las plazas Internacional, Artigas, Flores, Parque Oriental, 18 de Julio y Paseo 33 Orientales.

El lunes se rehabilitó por quinta vez, el rincón infantil del barrio Los Pirineos. Allí, como ocurre en las decenas de placitas y rincones infantiles, no sólo se rompen los juegos y se ensucian los predios, sino que roban hamacas, sube y bajas, toboganes y hasta masetas. En otros lugares, como los paseos centrales de calles como Presidente Viera, no solo no se cuida el césped y las plantas, sino que descaradamente se roban arbolitos y las mudas de flores.

Los robos de cables y hasta de transformadores, pese a las denuncias, se siguen sucediendo. En un reciente informe de la división Alumbrado Público de la comuna, anota que desde el mes de junio hasta ahora, en agosto, se ha tenido que reponer miles de metros de cables. Puntualmente, han sido repuestos debido a robos, 850 metros de cable preensamblado en Avenida Italia y Aparicio Saravia, más 350 metros de cables 2x1; otros 250 metros de 2x2 y 650 metros de cables 2x6.

A consecuencia de todas estas prácticas sociales, en el mejor de los casos, y como "la cereza en la torta", cada tanto se detiene a alguien, se lo procesa y pasa a residir por unos meses al "hotel" de la calle Rodó. Mientras tanto, el pueblo carga con todos los costos, incluso los de la cárcel. Los responsables de todos esos innumerables perjuicios a los bolsillos y a la vida de todos, no reponen nada, entre otras razones, porque la propia sociedad organizada no lo exige.

Parece obvio que necesitamos urgente una reforma educativa que incorpore a sus programas la formación del ciudadano en los valores de la solidaridad, de la responsabilidad social, de la convivencia pacífica y fraterna, del trabajo honesto y de la búsqueda permanente del bien de la vida y de la comunidad.